Pensando en voz alta

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#MadeInWDC

miércoles, 19 de abril de 2017

Cómo identificar a un “gilipollas” en 6 pasos

No sé si ya lo habréis visto, pero circula por redes sociales estos días una ilustración (comúnmente llamada meme en internet) que no tiene desperdicio alguno:




Pues eso.

El caso es que da la sensación de que cada vez más gente tóxica nos rodea y con mayor frecuencia se pueden hacer hueco, de alguna manera, en nuestras vidas. Y, en el peor de los casos, en nuestros corazones. Vamos a centrar nuestra atención en este último aspecto, si os parece. 

El principal problema es que a veces tardamos más de la cuenta en identificarlos. No es de extrañar que, con tanto acceso a información y poco tiempo para procesarla, estos “gilipollas” (palabra española donde las haya) encuentren mil y una maneras de disimular y camuflarse entre el resto de la buena gente. Te hacen creer que son de una manera, pero acabas descubriendo que en realidad son de otra. 

No te dejes engañar. Al final el tiempo pone a cada uno en su lugar y antes se pilla a un mentiroso que a un cojo... Aunque la idea aquí es ahorrarse tiempo, pasar página y eliminar lo tóxico de nuestras vidas lo antes posible. Por ello, aquí van 6 claves para ayudarte a identificar a cualquier “gilipollas” que decida cruzarse en tu camino.  

1. Las prisas no son buenas

Ni cuando tienes veintitantos, ni mucho menos cuanto tienes treintaytantos. Cuando alguien quiere hacer todo deprisa y corriendo, probablemente esconda detrás otras razones que le harán después perder el interés con mayor facilidad. Ya lo dice el refrán: las cosas de palacio van despacio y quien sabe esperar acaba encontrando lo que busca. Es cuestión de tiempo y de alcanzar el equilibrio entre las decisiones que tomamos y las circunstancias a las que tenemos que hacer frente. Así que tú mejor disfruta del camino mientras llegas a tu destino.

2. No escuches palabras, analiza acciones

Se trata del “por nuestros hechos nos conocerán” que hemos escuchado de nuestras abuelas toda la vida, pero llevado a la práctica. Y no hay mayor verdad que ésta. La mejor manera de decir es hacer. Sin ninguna duda y bajo cualquier contexto. Si bien es cierto que las palabras tienen un gran valor y a las mujeres nos encanta que nos regalen el oído, las palabras se las lleva el viento... Lo que realmente cuentan son los hechos, las acciones, los esfuerzos (reales) de alguien que quiere algo y que encuentra la manera de demostrarlo. Y no creas que necesitan hacer grandes cosas. Son los pequeños detalles los que cuentan. Así que ya sabes: tápate los oídos y abre bien los ojos. 

Una vez leí por ahí que las palabras tienen tanta autoridad que generan el valor de engrandecernos o la tristeza de empequeñecernos, según se usen. Esto hace que quien tenga la necesidad de utilizarlas también sea consciente de su poder y lo haga, idealmente, con responsabilidad. Sin embargo, las personas tóxicas lo harán para causar daño, provocar miedos, cultivar amarguras y producir lágrimas en otros, sin ningún fin o, incluso, con el fin de beneficiarse a sí mismas. Aunque nos cueste creerlo, existe gente así. Son las mismas personas que cargan innecesariamente su propio interior con problemas, hábitos y actitudes negativas. Frustraciones personales que descargan continuamente en los demás, sin causa pero con efecto. Sólo de ti depende que no se salgan con la suya.

3. No importa la edad, lo que cuenta es la madurez

No caigas en la trampa: que sea mayor no quiere decir que haya madurado. Hay mucho cuarentón con síndrome de Peter Pan. Y mucho yogurín construyendo su propia familia (si no que se lo digan a Piqué y Shakira). Aunque al final siempre se quedan al descubierto, a veces es complicado identificar si el que tenemos delante en cuestión es un hombre hecho y derecho o es un niñato. No es tan evidente darse cuenta, saben darle un buen uso a sus cualidades. 

Si quieres confirmarlo antes de que el daño sea mayor, aquí tienes algunos ejemplos del sospechoso comportamiento de su supuesta madurez: 
  • Si lo quiere todo sin tener que renunciar a nada... Si se puede quedar con todo lo que tú le das sin devolverte nada a cambio, no dudes que lo hará. 
  • Si a veces quiere contigo, otras sin ti y de nuevo otra vez contigo pero sin ti... 
  • Si habla mucho, pero hace poco de todo eso que te dice...
  • Lo que tampoco falla a la hora de identificar a un inmaduro es su nivel de susceptibilidad: qué tan mal se toma tus consejos (no le gusta que le digan lo que tiene que hacer), qué tanto se agobia o se hace el loco con tus ganas de hacer planes a futuro (así sea ir a cenar, pasar un fin de semana fuera o juntarse con amigos), qué tanto necesita su espacio (hoy tiene plan con sus amigos, mañana futbol, pasado una reunión y siempre, siempre, mucho trabajo). Vamos, que aunque todo lo anterior no fueran excusas, tú seguirías siendo la última en su lista de prioridades. Eso sí, ten por seguro que él, sin embargo, no te permitirá que no lo tengas  a él como prioridad. 
  • Asume el rol de víctima, se queja de todo, potencia el lado negativo de las cosas y tiende a culpar a los demás de sus males... 
  • El egoísmo es uno de los mayores indicativos, el gran punto débil de las personas tóxicas. Y se traslada a todos los aspectos de la vida. El que es egoísta lo es en cualquier contexto: amor, trabajo, amistad, sexo, comida, etc. El tóxico se pone a sí mismo en primer, segundo y tercer lugar. Te vuelves condescendiente con él porque crees que en realidad no sabe compartir y tratas de justificar su comportamiento, pero al final terminas descubriendo que no es poder, es querer. No quiere compartir, ni renunciar, ni ceder. Todo lo que no sea en beneficio propio, siempre estará en otra realidad paralela a la suya. 
  • Le encanta hablar de sí mismo y necesita reforzar continuamente sus virtudes, olvidando a las personas que tiene alrededor (aunque sean más interesantes)¡Cuidado! Hay mucho narcisista suelto que necesita alimentar su ego de todas las maneras posibles. Los hay que coleccionan ilusiones. Sí, has leído bien. Éstos no se conforman con conquistar, sino que sienten también la necesidad de enamorar a los demás. Eso es, sin duda alguna, un gran reto para alguien con un bajo nivel de autoestima y seguridad. Sobre todo cuando su presa se antoja tan inalcanzable como tú. 

Las apariencias también engañan: no son tan atractivos ni inteligentes como parecen. De hecho, en cuanto escarbes un poquito, podrás comprobar que dentro no tienen mucho más que ofrecer. Al menos, nada que compense las penas. Ni merezca la pena. 





4. A nadie más le gusta, sólo a ti. 


A veces es bueno dejarse guiar por lo que dicen los demás, sobre todo si se trata de la gente que te quiere. Si tu familia y amigos te dicen que no les gusta o, si no te lo dicen, pero sabes que es así, seguramente estén en lo cierto. Cuando alguien te conviene, las personas que te quieren lo saben. Te ven feliz. Y esa felicidad  es honesta y sincera. Si no es así, todavía se nota más. 

Si tu entorno y la persona tóxica en cuestión no pueden relacionarse, si él no quiere mezclarse con tu ambiente cercano o si, incluso, no quiere mezclarte con el suyo (sólo lo justo y necesario), es por algo. Estas personas son, por lo general, muy manipuladoras y no quieren que descubras la verdad. Te alejan de todo lo que para ellos pueda suponer una amenaza, tanto de su entorno, como del tuyo.  

5. A las primeras señales contradictorias, ¡puerta! 

Ciao, ciao. Adéu siau. Marchando, que es gerundio. Donde hay buena intención, no hay lugar para la confusión. Y si te sientes confundid@, frustrada@, inquiet@ y otras sensaciones irracionales, que no son positivas y que, aún sintiéndolas, no se las puedes compartir porque la otra persona no se muestra comunicativa... Esto no pinta bien y lo sabes. En toda relación sana se puede hablar de las alegrías y de las penas y, cuando algo preocupa, se explica para saber qué está pasando y cómo resolverlo. 

Déjate llevar por tu intuición. El ser humano sabe mejor que nadie cuando algo no encaja... No te engañes, hay algo más detrás. Y probablemente tú estés ya fuera de juego sin saberlo. 

Tampoco trates de encontrar una explicación, no siempre hay una respuesta para todo. A veces simplemente la gente no es como pensamos, como nos hacen creer o como nos hemos imaginado. Aunque tal vez una de las claves de este enigma sea algo que se escucha cada vez más por ahí sobre los jóvenes de hoy en día de los que, dicen, quieren tenerlo todo sin tener que renunciar a nada. Aplicado a este análisis sentimental, sería algo así como querer tener lo mejor de estar en una relación sin tener que renunciar a lo mejor de estar solteros. Algo que, cuando la relación se empieza a consolidar, ya sabemos que es incompatible. 

6. Todo es cuestión de confianza.

Para bien y para mal. Si confías y sientes la mayor tranquilidad, seguramente esa paz interior te está diciendo que todo está bien. Si, por el contrario, sientes que algo no te cuadra, probablemente sea porque de verdad no cuadra, por mucho que pongas de tu parte. Si crees que no podrías meter la mano en el fuego a la hora de decir con voz alta y firme que tú eres la única persona en su vida (sexual)... no lo dudes, no lo eres. 

Hay personas que consiguen sacar lo mejor de nosotros mismos y hay otras que sacan lo malo o, incluso, lo peor. Sólo con las primeras podemos tener una buena relación. O sólo con ellas deberíamos tenerla. A veces, simplemente elegimos mal y hay que seguir probando. No escogemos de quién nos enamoramos, pero sí decidimos con quién tener una relación. 

Recuerdo cuando una amiga, probablemente la más intuitiva de todas, nos contó que sentía que había alguien más en su relación (que no eran ni ella ni su novio, por supuesto). En esa ocasión la intuición no le falló, pero el corazón y la razón sí. Ahora lo sabemos. Entonces no lo vio o no quiso verlo. Y claro, como podéis imaginar, fue peor el remedio que la enfermedad. El cretino en cuestión le había hecho creer, entre muchas otras cosas, que las marcas que tenía por el cuerpo se las había hecho ella. Se lo dijo tan convencido que al final ella misma le creyó. Por muy evidentes que nos parezcan a veces las señales, cuando hay otros factores en juego no es tan fácil darse cuenta. 

Cuando una persona se enamora, queda muchas veces fuera de control y actúa contra toda lógica y pronóstico. Y es que, por el contrario, hay otras que tienen una facilidad innata para el engaño. Atrapan y envuelven. Su patología crónica les hace a ellos mismos ser víctimas de sus propias mentiras. Y lo más sorprendente es que no se dan cuenta de que ellos mismos son sus peores enemigos. Se creen, con toda convicción, las trolas que intentan colar a los demás. 



Tarde o temprano, llega el momento en que te das cuenta de todo. Abres los ojos, ves la realidad. Y más vale tarde que nunca. Afortunadamente siempre se puede sacar, como mínimo, una lección. La vida es continuo cambio y los cambios buenos son. Sobre todo cuando una de las dos partes ya no está en la misma página. Si se esfuman las ganas, el esfuerzo o la buena disposición, es el momento en que la relación deja de compensar. Todo es una balanza, la clave está en encontrar el equilibrio. Hay momentos y situaciones que nos dejan de manifiesto que alguien ya no vale la pena para nosotros, que no merece ni un segundo más de nuestro tiempo ni nuestra atención. A veces son más las ganas de estar con alguien que las de ese alguien en particular. Y eso hace que veamos lo que queremos ver, más que lo que en realidad tenemos delante. Recuerda que nadie te va a dar prioridad si no te pones tú en primer lugar. 

No hay nada más difícil que dejar ir. Sin embargo, tampoco hay mayor satisfacción, cuando pase el tiempo, que saber que hiciste lo correcto alejando a esa persona de tu vida. A todos nos han decepcionado alguna vez, pero no debemos dejar que eso nos impida creer en nosotros mismos y volver a creer en los demás. Vencer los miedos para empezar de nuevo, sin perder ni un segundo más de nuestro valioso tiempo, es una de las decisiones más acertadas que se pueden tomar en todos los ámbitos de la vida, no únicamente en el sentimental. Eso nos ayuda a generar un espacio para que puedan entrar otras personas y otras cosas que nos aporten más y mejor, que le den sentido a nuestras preferencias y que nos ayuden a construir un mundo sano y equilibrado alrededor. 

Alguien me dijo en una ocasión que gracias a cruzarnos con este tipo de personajes aprendemos a comparar y a distinguir. Conocerlo y sufrirlo en primera persona te ayudará a valorar todo lo bueno que venga después y que sí merezca la pena. 

No podemos evitar la existencia de personas tóxicas, pero sí podemos evitar que los gilipollas lo sean todavía más a nuestra costa. 


Lo mejor siempre, SIEMPRE, está por llegar. No lo olvides nunca. 


viernes, 19 de agosto de 2016

El emprendedor, ¿nace o se hace?


Jóvenes emprendedores que están cambiando el mundo


Mark Zuckerberg, con tan sólo 32 años, pasará a la historia por crear la red social más popular del mundo, con más de 1.650 millones de usuarios activos mensuales. Lo hizo en 2004 a los 19 años, tras abandonar los estudios en Harvard para lanzarse a la aventura de fundar su propia compañía en Silicon Valley. Zuckerberg no es solamente uno de los jóvenes más ricos y exitosos del mundo (su fortuna supera los 50.000 millones de dólares), sino también el más destacado ejemplo de modelo de negocio que impera en la actualidad. El fundador de Facebook, que participó en la Cumbre Empresarial de las Américas organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el año pasado, es considerado uno de los personajes más influyentes en el mundo de la tecnología. Su talento, y todo lo que ha demostrado ser capaz de hacer con él, está conquistando a los consumidores de todo el planeta con una nueva cultura empresarial. La era de la realidad virtual, la inteligencia artificial y la mejora de acceso web mundial son los tres grandes pilares de su imperio.  

Y no pensemos que el suyo es un caso aislado. Historias de éxito como la del creador de Facebook son cada vez más frecuentes. Pero, ¿qué tienen en común los jóvenes emprendedores y sus innovadoras ideas? Según el estudio “¿Nace o se hace? Decodificar el ADN del emprendedor”, de Ernst&Young, éstos tienen varios comportamientos y características comunes, aunque operen en una gama sumamente diversa de sectores y vivan en distintas partes del planeta. En el mundo tecnológico en el que vivimos, parece que la idea de reducir tiempo, esfuerzo y crear al mismo tiempo acceso a datos y contactos –gratis, a ser posible - es un valor totalmente en alza.




Otro perfil emprendedor que tampoco deja a nadie indiferente es  el del “destructor de monopolios”, tal y como se define a sí mismo el fundador de Uber. Travis Kalanick se ha convertido en la peor pesadilla de los taxistas con su revolucionaria aplicación móvil, con la que ha conseguido que conductores particulares y potenciales pasajeros establezcan contacto directo desde sus dispositivos y sin intermediarios. A sus 39 años encaja a la perfección con el perfil de emprendedor estadounidense: abandonó sus estudios de informática, al igual que Zuckerberg, para adentrarse de lleno en la aventura empresarial de montar su primer negocio con tan sólo 18 años. A los 30 ya tenía 19 millones de dólares en el bolsillo. Poco después, y tras dar la vuelta al mundo, creó Uber junto a otros socios, convirtiéndola en la empresa que no cotiza en bolsa más valorada: nada más y nada menos que US$ 51.000 millones. Una idea revolucionaria, inspirada ante la necesidad de encontrar taxis con mejor servicio del que recibía él mismo en sus viajes de trabajo, que ha cambiado el concepto de transporte privado de forma radical. Uber opera en la actualidad en más de 470 ciudades de toda la geografía mundial y, además de personalizar los viajes eligiendo vehículo y conductor, también permite compartir trayectos con desconocidos que van en la misma dirección o dividir el recorrido entre los ocupantes a partes iguales. Y todo esto apretando un solo botón.


Lo mismo sucede con otra tecnología disruptiva: Airbnb. Fundada por tres jóvenes de San Francisco en 2008, la empresa fue creada para dar respuesta a las necesidades más básicas al ofrecer un mercado comunitario para reservar estancias en viviendas privadas, desde cualquier dispositivo móvil y, de nuevo, sin intermediarios. La urgencia de estos tres emprendedores por pagar el alquiler de su casa mientras viajaban hizo que identificaran la fuerte demanda de alojamiento que tenían los asistentes a un congreso de diseño gráfico en la ciudad en esas mismas fechas. Ofrecieron el poco espacio disponible de su casa: un sofá y dos camas inflables compradas para la ocasión. Incluyeron también el desayuno en el paquete contratado para emular a un hotel y, de esta manera, nació su idea de negocio. Airbnb ha revolucionado el sector del turismo, alcanzando millones de reservas y consiguiendo presencia en cualquier rincón del mundo.


Compartir información, ofrecer servicios de interés con precios competitivos y facilitar el acceso a contenido de calidad, sin intermediarios y de manera rápida y sencilla, son denominadores comunes de estos exitosos proyectos empresariales. Bien lo sabe Félix González, estudiante de Stanford que fundó, junto a su hermano Miguel, la plataforma JuntoSalimos: un espacio para que los emprendedores de América Latina y España den a conocer sus proyectos de start-ups a una comunidad de asesores que, a través de sus ideas, ofrecen respuesta personalizada y gratuita a sus dudas. Su eslogan o, mejor dicho, su filosofía de vida, no deja lugar a dudas: “Visibilidad, ideas y conexiones para todos los emprendedores”. Y es que el mundo está cada vez más pensado en clave de innovación y emprendimiento. 


Otra historia muy inspiradora que también ha forjado sus cimientos en el hemisferio occidental es la de los hermanos Pereyra. Estos tres jóvenes dominicanos crearon la serie de productos orgánicos Kikaboni, convirtiéndola en la marca líder de merienda saludable en su país en un tiempo récord. El pequeño sueño de estos hermanos comenzó pelando matas de moringa en la parte trasera de un restaurante. En poco tiempo,  gracias a su entusiasmo y proactividad, lograron abrir una fábrica con capacidad de producción de 30.000 dólares mensuales y, meses después, otras nuevas instalaciones con capacidad de 170.000. Ahora exportan a Puerto Rico, Jamaica, Miami, Nueva York y México. A nadie sorprendió que el CEO y Co-Fundador de Kikaboni,Gian Luis Pereyra, ganara el premio al “Inversor Regional de 2016” durante la Cumbre Empresarial de Inversión del Caribe. Este joven emprendedor es uno de los 60.000 empresarios registrados en la primera red social empresarial de las Américas, ConnectAmericas, de la que está sabiendo sacar el máximo rendimiento para su empresa familiar. La novedosa plataforma, creada por el BID con socios como Google, Visa, DHL y Alibaba.com, permite a emprendedores como él “acceder a información, formación, posibilidades de financiamiento y eventos de valor agregado que marcan la diferencia entre un negocio exitoso o un negocio que fracasa”, según las propias palabras de Pereyra. Gran parte de la clave del éxito de su idea emprendedora ha sido el  impacto positivo que ofrecen a las comunidades rurales alrededor de sus fábricas, trabajando con pequeños campesinos que producen ingredientes básicos para sus productos y que introducen a su cadena de suministro. 




Los emprendedores tienen un ADN especial. El talento es necesario para alcanzar el éxito, pero no suficiente. Aunque todo empieza con una idea (y las ideas pueden cambiar el mundo), no se trata solo de tenerla, sino de llevarla a cabo con todas sus consecuencias. Ser emprendedor es sinónimo de asumir riesgos y perder el miedo a fracasar. Estos jóvenes empresarios exitosos han cometido errores en algún momento de su aventura pero, gracias a ese fracaso, han podido aprender de la situación y sacarle el máximo provecho. Saben mejor que nadie que quien no arriesga no gana. ¿Será que la juventud se puede permitir el lujo de afrontar grandes retos con menores implicaciones que a una edad adulta? ¿O tal vez las nuevas tecnologías potencian otras aptitudes que hasta ahora quedaban limitadas? Por eso no es tan fácil identificar hasta qué punto un emprendedor lo es por naturaleza o aprende a serlo. ¿Tú qué opinas? El emprendedor, ¿nace o se hace? 


viernes, 4 de marzo de 2016

Viajar por una boda y matar 4 pájaros de un tiro


Vivir lejos te hace ver todo de otra forma. Digamos que, inevitablemente, reflexionas desde la distancia acerca de lo que te falta. Y, obviamente, echas de menos muchas cosas. Echas MUCHO de menos. Cosas que en realidad tienen forma de persona o de sabor o de olor. No son cosas en sí mismas.  Y la verdad es que nunca lo pensamos cuando lo tenemos, mientras lo disfrutamos de un modo inconsciente.


Llevo tres años viviendo en Washington DC, aunque en total son ya catorce lejos de mi hogar y de los míos. Me fui de casa de mis padres a los 18 años (sí, en efecto… tengo 32) para estudiar en la universidad de otra ciudad a 400 kilómetros de la mía. Ahora me parece una distancia muy corta porque son exactamente 6.490 kilómetros - y todo un charco de por medio - lo que me separan de mi tierra. Pero entonces las distancias eran más largas. O al menos así se percibía. Me sentía muy lejos de casa. Pamplona, donde estudié, estaba entonces a seis horas en autobús de Barcelona, mi ciudad natal. Ni el tren ni el avión estaban al alcance de mi presupuesto más allá de una vez al año, generalmente por las vacaciones de Navidad. El billete de avión costaba 300 euros en una época en la que los sueldos mensuales no llegaban a 900. Y eso que yo todavía no trabajaba, al menos no cobrando. Mi primer sueldo como periodista llegó cuatro años más tarde, ya licenciada.


El caso es que han pasado varios años desde mi primera aventura como inmigrante, aunque los primeros destinos fueron en mi propio país: Martos (un pueblito de 36.000 habitantes en Jaén), después Pamplona, Mallorca y Madrid. También fuera de España: México, Portugal, Brasil y, en estos momentos, Estados Unidos. Siempre he encontrado una razón para irme y, desde luego, siempre he encontrado varias para quedarme.


Una de esas razones por las que dan ganas de irse y dejarlo todo es perderse momentos especiales. Renunciar desde la distancia al día a día con las personas que más quieres. Verlos de uvas a peras. Dejar de asistir a cumpleaños, nacimientos, bautizos, comuniones y, en la gran mayoría de los casos, bodas. Y precisamente las bodas, cuando estás en la etapa de los veintimuchos-treintaitantos, se dan con mayor frecuencia de la deseada. Se convierten en momentos trascendentales de tu existencia. Digamos que las bodas ganan una dimensión mucho más allá de la unión de dos amigos que se quieren y deciden pasar el resto de sus días juntos.



Y es que las bodas de nuestros familiares, amigos o conocidos nos obligan de repente a planificar nuestras vidas. Se convierten en esos momentos donde otras decisiones entran en juego: tus vacaciones, tu presupuesto, tus compromisos con familiares y amigos... Por no hablar del sinfín de cosas que tienes que hacer a la vez para coordinar la logística entorno a estas celebraciones.  Son esas determinaciones que reflejan el valor que le das a las cosas. Diría que, llegado ese momento, toca pensar un buen rato, sacar papel y lápiz,  y comenzar a definir por orden de prioridades el “listado decisivo”. Aquél que nos hará tomar la decisión más acertada. 


1. El grado de amistad que te une con uno o con ambos de los contrayentes. Hay unos pocos privilegiados a quienes sabes que no les puedes fallar ese día. Los mismos que sabes que también harán lo imposible por estar presentes el día de la tuya (y de otros tantos momentos importantes). Porque no hay nada más valioso que estar con tus seres queridos y compartir los recuerdos, como éste, que van forjando la amistad con el paso del tiempo.


2. Las vacaciones que te puedes tomar o, mejor dicho, las responsabilidades de las que te puedes desprender por unos días. Si vives al otro lado del charco o a varios países de distancia, es muy probable que decidas empalmar tus vacaciones con el viaje de boda. Algo que ocurre, como mucho, dos veces al año. Si aprovechas ese viaje para tomarte unos días de vacaciones, también tendrás que ingeniártelas de todas las maneras posibles para escoger el mejor destino, la compañía que más deseas (haciendo que tus vacaciones coincidan también con las suyas) y otros pequeños detalles como qué llevar en la maleta (solamente lo de la boda te ocupa ya la mitad del espacio), de qué puedes prescindir para ajustar el presupuesto, qué enlaces te convienen más para la ida y para la vuelta, y un largo etcétera…


3. El presupuesto que te puedes permitir para tal propósito. Teniendo en cuenta la infinidad de gastos que conlleva una boda: billetes de avión, estancia en el caso de que sea en otra ciudad distinta a la tuya, vestido, complementos, maquillaje, peluquería… Sin hablar del regalo. Aunque en estos casos los novios serán los primeros en pedirte que no les compres nada, que el mejor regalo es tu presencia. Te esforzarás, aun así,  en hacerles algún detalle tratando de no gastarte mucho dinero y acabarás gastando más de lo esperado, de todos modos. Y, en total, todo lo que habías ahorrado en los últimos cuatro meses.  


4. Otros compromisos que debes cumplir siempre que pasas por tu casa o cerca, sin excepción. A veces la boda no la tienes directamente en tu ciudad, pero sí en tu país. Y eso ya condiciona todo. La familia suele encabezar esta clasificación de compromisos o, mejor dicho, de obligaciones. Sin pasar por alto la lista de médicos a los que tienes que visitar, los amigos a los que quieres ver y los lugares a los que te apetece volver o te gustaría conocer por primera vez (esos que todo el mundo en tu nueva ciudad conoce menos tú, que para colmo eres de allí).

Con la distancia, cualquiera de estas cuatro razones se multiplica en grado de complicación y la disponibilidad para asistir al evento todavía es menor. El tiempo y la experiencia también nos enseñan a sacrificar. Tomar decisiones es parte de la aventura de la vida. No sólo los momentos que vivimos, sino también aquéllos a los que renunciamos. Seguramente si volviéramos atrás, decidiríamos no ir a alguna de las bodas a las que fuimos. Lo que me recuerda la tan recurrida frase: “En la vida hay que arrepentirse de las cosas que uno hace, no de aquéllas que no llega a hacer”. Vamos bien, entonces. 


Creo que tampoco puedo dejar de plantear la situación vista desde otra perspectiva. Si eres tú quien está organizando tu boda y te planteas invitar a personas que viven lejos, te comparto una lista de recomendaciones que leí hace poco y te pueden ser de utilidad. Se trata de unas pautas a seguir que, como mínimo, te invitan a reflexionar.




Mis amigos Sara y Roberto debieron leerse esta lista de recomendaciones. Superaron con creces las expectativas de los invitados. O al menos las mías. El día de su boda no faltó ni el más mínimo detalle: desde unas coloridas señalizaciones con el destino y la distancia de todos los asistentes (¡fui la que venía desde más lejos!), hasta el regalo personalizado sobre mi asiento (lo tengo en la oficina al alcance de mi vista todos los días), las canciones (“cuando me siento bien” será ya un recuerdo eterno), las inspiradoras palabras o la insistencia de que mis dos noches de hotel ya estaban pagadas. Nunca antes me había sentido tan querida en una boda ni con tanto agradecimiento por estar ahí presente. ¡Qué especial te hacen sentir amigos así y cuánto vale la pena dar la vuelta al mundo para compartir con ellos uno de los días más especiales de sus vidas! Algo parecido sucedió hace unos años con los primeros amigos que se me casaron: Rocío y Nacho. Escribieron una carta, de puño y letra, a cada uno de los invitados sentados a su mesa. Todavía guardo la tarjeta y recuerdo con cariño la ilusión que me hizo encontrarla. Otra boda en México me recordó lo mucho que vale la pena estrechar lazos con la familia y el entorno de nuestros amigos. Su casa se convierte también en tu casa. Y en Colombia, cómo olvidarlo.


Con mayor o menor morriña, lo que está claro es que todo en la vida son etapas. Después de la de veintimuchos-treintaitantos, llena de bodas y nacimientos, comenzamos a afrontar otras situaciones no tan lúdico-festivas: la etapa de los divorcios. Y, cuando llegue ese momento, te alegrará saber que tomaste la decisión adecuada al presenciar el momento en que estos mismos amigos que ahora se divorcian entonces se casaban. Si eso sucede, te aliviará pensar que tu viaje a su boda no fue en vano. Seguramente recordarás que tomaste la decisión adecuada al marcar todas tus prioridades y aprovechar cada instante ese viaje mientras hacías

en tu listado de otros compromisos (familia, médicos, amigos, viajes...). Probablemente recuerdes la cantidad de cosas que hiciste durante esas vacaciones que tomaste para ir a esa boda. Y tendrás muchos otros recuerdos que por sí solos habrán merecido la pena.
 

miércoles, 22 de julio de 2015

¿Y tú, qué sientes cuando te desenamoras?

Cabe resaltar que por enamoramiento se entiende "conocer a alguien que te llama especialmente la atención, ilusionarte con esa persona e, incluso, llegar a creer que puede convertirse en alguien importante en tu vida. Ya sea por un rato, por un tiempo o para siempre".

Si buscamos sinónimos para este proceso, el diccionario nos ofrece una amplia gama de posibilidades: entusiasmo, flechazo, ternura, cariño, afecto, seducción, amor. Otras palabras relacionadas serían – siempre según el diccionario de sinónimos – arrobamiento, chifladura, idilio, noviazgo, relación, seducción. En fin, muchos vocablos para muchas diversas lecturas, pero tan sólo una interpretación: la que le damos nosotros mismos, según la forma que adquieren las circunstancias, nuestra mentalidad y nuestra propia forma de actuar. A veces totalmente en contra de nuestra voluntad porque - recordamos - las cosas del corazón en ocasiones no tienen mucho que ver con la razón.



Sigo con el diccionario de sinónimos. Marcadas en rojo, para que no pasen desapercibidas, encuentro otras palabras igual de interesantes, o más si cabe. Aversión, hostilidad, indiferencia. Son los antónimos de enamoramiento. Funcionarían como respuesta a la pregunta planteada en el título de esta entrada.

Pero como aquí no se trata de dar ninguna respuesta, sino de dejar que la imaginación de cada uno reflexione a su antojo y escoja la interpretación que considere más oportuna, vamos allá con algunas tonterías que me vienen en este momento a la cabeza.

Volvamos al principio de la cuestión. Un buen día, cuando menos te lo esperas, aparece alguien especial. Te llama gratamente la atención sobre el resto de los mortales que te rodean. Quizás su belleza no destaque sobre el resto, ni su fuerza, ni su simpatía. Quizás tampoco sea como te lo habías imaginado. Y precisamente por estas mismas razones te cuesta tanto entender que hayas caído rendida a sus pies. Así, de repente y sin querer, te das cuenta de que ocupa un lugar privilegiado en tu pensamiento, en tu rutina, en tus deseos. Sueñas dormida, también despierta. Pierdes el apetito, crecen las ganas, aumenta el interés. 

viernes, 9 de enero de 2015

10 PROPÓSITOS PARA 2015

Estrenamos un nuevo año y, con él, una interminable lista de nuevos propósitos que, una vez más, pretendemos cumplir. Como si de un volver a empezar se tratara, utilizamos este cambio de fecha para hacer borrón y cuenta nueva y marcarnos objetivos a corto, medio y largo plazo para aplicar durante los próximos 12 meses.
Pero, ¿a quién pretendemos engañar? La mayoría de estos nuevos propósitos ya nos los hemos planteado antes. Y varias veces. Sin éxito.
Bueno, por intentarlo que no quede. Tal vez en esta ocasión lo consigamos. Por si acaso, aquí va una serie de consejos que nos pueden ayudar a mejorar nuestras vidas sin que el camino implique un gran sacrificio. Seguro que encontramos recompensa.

1.  Recupera ese hábito que algún día tuviste
¡Y que tanto te gustaba! Ya sea leer, escribir, cocinar, correr, montar en bicicleta, ir de museos o de compras. Nunca está de más tomarnos un poco de tiempo para nosotros mismos y, si es haciendo algo que verdaderamente nos llena, mejor que mejor.

2. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy
¿Cuántas veces habremos escuchado este refrán? Y es que si hoy tienes tiempo para hacerlo, ¿por qué vas a esperar hasta mañana? Seguramente entonces tendrás otras cosas que hacer y habrá merecido la pena no dejar pasar la oportunidad de reducir tu lista de pendientes.

3. Incluye dieta y ejercicio a tu rutina
Todo un clásico, pero no por ello menos importante. No se trata de machacarte en el gimnasio, ni siquiera de abstenerte de comer lo que más te gusta. Solamente tienes que hacer un poco de todo y, eso sí, hacerlo con moderación. Sin excesos y sin carencias. Si no te va el deporte, entonces camina. Coge el autobús, pero bájate una o dos paradas antes. Usa las escaleras en lugar del ascensor. Come un poco menos y muévete un poco más. Reduce la dosis de alcohol o déjala para las ocasiones especiales. Estos buenos hábitos no sólo te ayudarán a sentirte mejor, sino también a alejar, poco a poco, otros no tan recomendables y que a la larga pueden afectar seriamente a tu calidad de vida. Al fin y al cabo, somos animales de costumbres.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Choose well

"Choose well. 
Choose your friends, your job, the city you live in, your conversations, your flaws, your sleepless nights and your sleep in days, your tears, your fights, who to fall in love with and who to let go. 
Choose your career, your trips, your books, your music, your judgments and your critics. Choose your actions, your thoughts, your memories and your regrets. 
Choose for yourself. Don't let destiny, others, or life choose for you. 
Choose well."


lunes, 10 de noviembre de 2014

MENOS TEORÍA, MÁS PRÁCTICA

Original plan piloto contra el abandono escolar
Bajo rendimiento académico, absentismo y alto riesgo de abandono escolar. Son las características comunes de un grupo de estudiantes de entre 14 y 16 años que participan en un proyecto piloto contra el abandono escolar. Las escuelas a las que asisten presentan elevados índices de deserción escolar temprana en la ciudad española de Barcelona, donde menos del 75% de sus estudiantes se gradúan. Y es que España se encuentra a la cabeza de la Unión Europea en fracaso escolar, donde el abandono en las aulas afecta al 28,8% de los jóvenes, según estudios recientes (Eurostat 2013).
Muchos de estos alumnos no encuentran la motivación necesaria para continuar con sus estudios. De hecho, la falta de interés de estos estudiantes españoles por seguir en la escuela no es algo excepcional. Recientes estudios en América Latina señalan que esta falta de interés es una de las principales razones por las que los jóvenes dejan las aulas.  Las cifras de abandono escolar en la región no dejan indiferente a nadie: uno de cada dos latinoamericanos no termina la escuela secundaria.
Precisamente para evitar que los jóvenes abandonen las aulas, nació el pasado curso escolar el programa educativo Diversificación Curricular, implantado por el Consorcio de Educación de Barcelona. Sus objetivos son claros: mejorar el rendimiento académico, reducir el absentismo y el abandono escolar. Se trata de una iniciativa que pretende implicar a los jóvenes en diversas profesiones para retenerlos en las aulas. Con este plan piloto, se les da la oportunidad de hacer prácticas laborales en empresas y, además,  las materias académicas regulares se imparten de forma más participativa. “La idea es que aprendan cosas diferentes, que trabajen de forma distinta para terminar sacando el graduado de la Enseñanza Secundaria Obligatoria ycontinúen estudiando después”, asegura Marc Portal, uno de los coordinadores pedagógicos del programa.