Una vez escuché por ahí que la vida es como una caja de sorpresas, nunca sabes con qué te vas a encontrar. Supongo que a veces es cierto, pero a mí me gusta pensar que vamos trazando un camino que está más o menos establecido. En ese camino, sin embargo, vamos encontrando obstáculos que nos hacen dudar si seguir, parar o cambiar. Y esa decisión es la que cambia todo.
Así que, en realidad, las elecciones también cuentan, y mucho. Ayer leí una frase en este sentido que me hizo reflexionar: “A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo”. Quizás, si pensamos en ello, no estemos del todo de acuerdo. Muchos son los que no creen en el destino. Muchos otros los que sí lo hacen. Otros los que, sin saberlo, creen en él llamándole de otra manera. Pero si hay algo en lo que seguro todos se podrían de acuerdo es en que, por mucho que tratemos de hacer planes, muchas veces la vida te sorprende. Y es esa sorpresa la que marca la diferencia, la que establece el inicio de un camino sin retorno que hace que las cosas sean así y sólo puedan ser como son.
Pero, mientras tanto, ¿qué nos queda por ese camino? Posiblemente, mucha teoría y menos práctica. Nos pasamos la vida planificando. Lo hacemos constantemente, planeamos sin parar, sabiendo que muchos de esos planes no se llegarán a realizar. Pero, ¿qué le vamos a hacer? Así somos, especialmente, las mujeres. Nos encanta analizar todo al detalle, tratando de descubrir algo que quizás nos haya pasado desapercibido. Ahí radica la simpleza de lo complicado. Todo tiene, o debe tener, una explicación para nosotras.
Precisamente hablando de esto hace poco con mis amigas, todas descubrimos que, la mayoría de las veces, pensamos demasiado. Y, aunque al hacerlo, parece que encontramos soluciones a nuestros problemas, lo cierto es que a la hora de la verdad nunca seguimos las reglas. Es decir, ignoramos lo que sabemos que debemos hacer y hacemos lo que sentimos. Aunque unas más que otras. Tal vez de ahí vengan las mismas sorpresas de la caja de las que hablaba antes. Las cosas que nos pasan definen nuestra vida, nuestras circunstancias, nuestra forma de ser. La objetividad desaparece y, por el contrario, la subjetividad reina en este mundo globalizado, en el que no hay un par de ojos que vea exactamente lo mismo que otro.
A la pregunta “dime lo primero que te pase por la cabeza”, aquí tenemos los resultados de varias de mis amigas, por orden de llegada (cada número, la respuesta de una amiga):
1. Por muy gallo que sea el gallo, la gallina siempre será la de los huevos
2. ¡Necesito organizar mejor mi tiempo en las mañanas!
3. Nueva semana, nuevas energías
La número 2 cambia de opinión y me manda otra ocurrencia a raíz de una anécdota del fin de semana (nos regalaron unos bigotes de pegatina en un festival de música): Si tuviera un bigote, ¿dónde me lo pondría...?
4. La verdad que esta tarea te puede parecer fácil, pero te aseguro que me has dejado pensando. A ver, aquí van unas ideas. ¿Por qué complacer a una mujer puede parecer una tarea difícil? Yo creo que se trata de un tema de inversión de tiempo y esfuerzo, más que de una búsqueda de lógica y análisis. Otra idea: si te dieran la opción de cambiar una cualidad física y otra sobre tu personalidad, ¿cuál cambiarias y por qué? Una frase que me gusta es “la mula no era arisca, la hicieron”. A ver si cumplo con las expectativas de la solicitud ;)
5. Hay dos frases que siempre me gusta repetir: “Querer es poder” y “A quien algo quiere, algo le cuesta”. Me siento muy afortunada de haber nacido en una familia tan rica en amor, educación y valores. ¡Ése ha sido el mayor regalo de mi vida! Desde que tengo uso de razón, me han enseñado a que NO hay absolutamente nada imposible en esta vida y que si realmente deseamos algo lo podremos conseguir con mucho esfuerzo, trabajo y paciencia. Me han enseñado a que no hay que hacer caso a lo que dice la gente; si tú CREES en ello pues a por ello Y PUNTO. Porque además para llegar alto hay que apuntar alto. Aunque no se puede tener todo en esta vida y la mayoría de las veces para poder alcanzar una meta muy alta hay que renunciar a pequeñas cosas por el camino. Pero, como todo en la vida, es cuestión de prioridades. Para terminar, una vez leí una frase que me fascinó y ahora me la recuerdo absolutamente TODOS los días: “Give the world the best you have and the best will come back to you” (ofrécele al mundo lo mejor de ti misma y lo mejor del mundo volverá a ti).
6. “Imagina qué loco ser feliz todos los días”. Que cuando tú estás feliz, disfrutas la música, pero cuando estás muy triste sólo escuchas la letra. Que cuando tú vives feliz, alguien simplemente es feliz porque tú existes y que, cuanto más pasa el tiempo, entiendes que siempre hay una buena lección después de una pena. Entonces, ¿en verdad quieres estar en mi lugar y ser un loco de felicidad?
La número 5 me vuelve a escribir para decirme lo siguiente… Ahora bien, si quieres algo divertido, ayer leí una frase que me hizo reír (pero pensé qué gran verdad y me sentí bastante identificada): “Desde que tengo más acceso al sexo, me cuesta más encontrar el amor”.
7. “You can´t change the direction of the wind, but you can adjust the sails” (no puedes cambiar la dirección del viento, pero puedes ajustar las velas).
Bueno, pues éstas son algunas de mis amigas. Algunos comentarios deberían ser ampliamente comentados, pero son otros temas en los que merece la pena profundizar. Dejémoslo mejor para otro día. Cada una de ellas, un mundo aparte ¿verdad? Pero todas tenemos algo en común: somos mujeres luchadoras, en la etapa de la flor de la vida como nos gusta recordar a nosotras mismas, con ganas de comernos el mundo. Aspiramos a ser las mejores hijas, amigas, trabajadoras, novias, amantes, algún día esposas, madres, jefas, dueñas de nuestro hogar y de nuestras vidas. Queremos alcanzar todas las metas que nos vayamos proponiendo. Soñamos con compartir los éxitos y las debilidades, a encontrar nuestra alma gemela, nuestra media naranja, el hombre de nuestra vida. Aquél que nos haga entender por qué otros no se quedaron. Y no le tememos a equivocarnos para aprender de nuestros errores, para mejorar, si caemos para luego levantarnos. Desfallecer, reír, llorar, salir, descansar, cocinar, comer, cantar... A tener una vida normal. A conocer a gente interesante. A viajar, a estabilizarnos, a cometer locuras, a echar raíces. A ser felices a ratitos. Mientras tanto, nos conformamos intentándolo. Nos divertimos contando las anécdotas que nos vamos encontrando por el camino. Porque eso es lo mejor de todo: tenemos muchas cosas por hacer todavía y muchas ganas de vivirlas. Así, toda espera merece la pena.
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